¿Alguna vez te has parado a pensar en el origen de los términos?
El nombre que recibe la estrella más importante alrededor de la cual giramos,
el satélite que rota en torno a la Tierra, o el propio cuerpo celeste sobre el que
habitamos tienen un germen latino... Hoy vamos a explicártelo para que conozcas
un poco más de cultura clásica y profundices tu sabiduría sobre el Sistema Solar.
El Sistema Solar |
El Sol
La palabra Sol proviene del término latino sol, solis, que sencillamente quiere decir Sol. Asimismo, para denominar al Sol se han
utilizado otras palabras latinas relacionadas, como solium, que significa trono
o sitial. Lo cual explica porque
durante la época del Imperio Romano también se le llamaba el trono o el carro de
Apolo y porque la civilización egipcia también lo adoptó al referirse al Sol
como el carrón de Amón.
Si profundizamos un poco más en la semántica, Sol proviene del
término latino solus, que quiere
decir solo o único; y de la palabra solidus,
para referirse a algo sólido o consistente. Su raíz se remonta al presánscrito
sû, que significa “el que genera vida”. Y, efectivamente, el Sol es
precisamente eso, una estrella única, sólida y consistente que nos ha brindado
la vida.
La Luna
En la Antigua Roma ya se utilizaba este término para designar
tanto al satélite natural que orbita en torno a la Tierra como a aquellos que
lo hacían alrededor de cualquier otro planeta. Esta palabra proviene del latín
y es una contracción de lucina, que al igual que lux, lucis –luz–, lucere
–lucir o brillar,– o lumen –lumbre,
luz– proceden de la raíz indoeuropea leuk.
Este último término se manifiesta en el griego clásico a través de leukós, que quiere decir blanco
brillante.
Según esta etimología, Luna significa "la luminosa" o
"la que ilumina". ¿Por qué lo decimos en femenino? Pues porque este
satélite siempre ha evocado una fuerza activa de carácter femenino que inspiró
a la diosa griega Selene. Por tanto, la mitología también aporta su granito de
arena.
Planeta
Planeta es un término que proviene de la palabra griega planetai, que quiere decir
"errante, vagabundo". Los antiguos habitantes de la civilización
helena comenzaron a estudiar astronomía y se dieron cuenta de que existían
ciertos objetos celestes que no permanecían fijos en el Universo. A estos los llamaron asteres planetai, que literalmente quiere decir estrellas errantes.
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