Nada pone a un astrónomo tan nostálgico como la muerte de una estrella. La noción de que algo tan grande y longevo sea finito y muera, igual que nosotros, hace que el corazón del científico se sobrecoja y se vuelva, por un instante, un poeta también.
Pero presenciar la muerte de una estrella es algo que no se había logrado antes, hasta que el telescopio espacial Hubble fotografió la muerte de una, y junto ella, el nacimiento de algo aún mayor. Se trata de una instantánea que revela el ciclo de la vida en la galaxia.
El Hubble detectó una gigante roja, una estrella en su fase final de vida, de unas dos mil veces la masa de nuestro Sol, el telescopio observó esta estrella en particular, y fortuitamente, las cámaras del telescopio presenciaron el suceso.
La estrella colapsó sobre su propio peso, al quedarse sin combustible, separándose de su núcleo y estallado en una oleada de polvo y gases diversos, que fueron expulsados a más de mil kilómetros por segundo, la fuerza de la explosión habría sido suficiente para incendiar a todo nuestro Sistema Solar. Pero al finalizar la hecatombe, había nacido algo más grande que la gigante roja.
La estrella se había convertido rápidamente en una nebulosa, que fue bautizada como Calabash, o también “Nebulosa de los huevos podridos” por la gran cantidad de azufre que alberga. Dentro de esta nube de gas y polvo, se están encendiendo los núcleos de varias futuras estrellas, en algunos miles de años, la nebulosa se habrá extendido y va a dar vida a más estrellas.
Aun cuando parece haber una continuidad en el ciclo de vida de esta estrella, la nostalgia es inevitable cuando pensamos que Calabash está a unos dos mil años luz de distancia, y que quizá la misma nebulosa ya haya muerto. ¿Qué podemos llegar a aprender de este criadero de estrellas? Comenta y comparte.
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Pero presenciar la muerte de una estrella es algo que no se había logrado antes, hasta que el telescopio espacial Hubble fotografió la muerte de una, y junto ella, el nacimiento de algo aún mayor. Se trata de una instantánea que revela el ciclo de la vida en la galaxia.
La muerte de una estrella da nacimiento a muchas otras |
Ocaso y amanecer
El Hubble detectó una gigante roja, una estrella en su fase final de vida, de unas dos mil veces la masa de nuestro Sol, el telescopio observó esta estrella en particular, y fortuitamente, las cámaras del telescopio presenciaron el suceso.
La muerte de la gigante roja |
La estrella colapsó sobre su propio peso, al quedarse sin combustible, separándose de su núcleo y estallado en una oleada de polvo y gases diversos, que fueron expulsados a más de mil kilómetros por segundo, la fuerza de la explosión habría sido suficiente para incendiar a todo nuestro Sistema Solar. Pero al finalizar la hecatombe, había nacido algo más grande que la gigante roja.
El criadero
La estrella se había convertido rápidamente en una nebulosa, que fue bautizada como Calabash, o también “Nebulosa de los huevos podridos” por la gran cantidad de azufre que alberga. Dentro de esta nube de gas y polvo, se están encendiendo los núcleos de varias futuras estrellas, en algunos miles de años, la nebulosa se habrá extendido y va a dar vida a más estrellas.
La estrella se convirtió en la nebulosa Calabash |
Aun cuando parece haber una continuidad en el ciclo de vida de esta estrella, la nostalgia es inevitable cuando pensamos que Calabash está a unos dos mil años luz de distancia, y que quizá la misma nebulosa ya haya muerto. ¿Qué podemos llegar a aprender de este criadero de estrellas? Comenta y comparte.
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COPYRIGHT © Erik LeFantome
Foto Por Cortesía:catalunyapress.net
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